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lunes, 20 de julio de 2009
El miedo al error
Hoy recién después de 3 meses soy capaz de ponerme nuevamente frente al compu, ya con las ideas más claras y escribir uno de los hechos que hasta el momento más a marcado mi camino como budoka, “el hecho de equivocarme y aceptarlo”.
Hay un dicho que dice “debemos aprender de nuestro errores”, el cual muchas veces nos suena cliché, lo pasamos por alto o simplemente aprobamos con un movimiento de cabeza cuando lo escuchamos en algún momento.
Pienso que cuando vivimos situaciones que ejemplifican esta frase, nos permiten comprender la esencia y valor de dicho conjunto de palabras, es decir, encontrarle un sentido. El error nos acompaña en toda nuestra vida, enseñándonos a porrazos o simples tropezones la vía correcta que debemos tomar, lo importante es identificarlo en el momento preciso, vivir su consecuencia y luego hacerlo parte del aprendizaje, ya sea como padres, hermanos, hijos, esposos, persona, en el Budo... en fin, en la vida.
No debemos cerrarnos al error, pues muchas veces es enemigo de nuestro orgullo y ego, lo que nos hace no reconocerlo y correr el riesgo paradójico de vivir en él.
En abril de este año viajé al Shi Gatsu, celebración en Buenos Aires del cumpleaños de mi profesor Néstor Iscovi, fue un viaje muy aleccionador en muchos aspectos, pues tuve la oportunidad de llegar 4 días antes y entrenar todo ese tiempo con Néstor y mis grandes buyus. Realmente fue un torbellino en todo sentido, física y emocionalmente, me sentí sobrepasado muchas veces en comprensión y técnicamente. Me esforcé mucho por tratar de estar al nivel de las exigencias, entre ellas ser contínuo Uke de Néstor.
El entrenamiento estuvo realmente fuerte, mucho toma-toma, muchos conceptos, mucho sentimiento, mucho corazón... la verdad fue mucho, tanto que llegué a un estado en el que sólo me movía, no pensaba, sólo trataba de fluir cuando podía. Llegué al día del Shi-Gatsu en ese estado, primera vez que me sentía de esa forma en un evento importante, pero ya estaba, había que echarle pa’delante y disfrutar a concho la experiencia. Compartí con muchos buyus ese día, muy buenos budokas y mejores personas, hasta que el evento llegó a su fin y fuimos llamados adelante a mostrar algunas técnicas, me tocó inmediatamente y mi mente se bloqueó, no me salió nada de lo que quería, por más que quise repertir la técnica con distinto resultado, todo estuvo mal... no salió nada, simplemente nada. Sinceramente me frusté tanto, que en mi rostro y movimientos se veía claramente mi estado de enfado, pero enfado conmigo, decepción, angustia, pena, rabia... no sé, muchas cosas, cosas que son todo lo contrario de lo que quiero lograr de mi vida.
Fue un gran error, pero no siento que técnicamente, sino que a nivel de sentimiento, pues días antes comentaba convencidamente a Néstor el hecho que nuestro taijutsu refleja nuestro corazón. Si voy a mis palabras, mi taijutsu en el instante de exponer fue eso, reflejo de mi corazón confundido, enrabiado...errático, nada que ver con lo que yo mismo inculco a mis alumnos.
De este error hoy puedo decir que aprendí en carne propia una importante lección: “La frustración y la rabia frente a los hechos adversos no te deja ver la salida, es el ego que te ciega cuando menos lo esperas, debo aprender a convivir con él, no eliminarlo, pues siempre estará ahí”.
Es muy distinto escuchar experiencias respecto al ego que vivirlas, y según esto vuelvo al principio, cuando vemos realizar una técnica y simplemente la copiamos, es como verla pasar y decir “sí” con la cabeza, en cambio cuando la tratamos de vivenciar, de encontrarle la esencia, de sentirla, de equivocarnos con ella, es cuando más cosas positivas nos dejan.
Entrenemos sin miedo al error, pero al mismo tiempo con los sentidos bien abiertos para identificarlos, sacarles buen provecho, aceptarlos, no volver a caer en ellos y llevar esta experiencia a nuestro diario vivir, si no saben cómo... confíen en su corazón.
Daniel.
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